¡Renuncio!
Maestra
Cuquita Sandoval Olivas
Esta palabra previene del
latín “Renuntiare” y significa desistir, abandonar.
Con este preámbulo aclaratorio
inician las presentes renuncias
personales.
Renuncio:
A sentirme
menos importante, hábil y capacitada, por el hecho de ser mujer.
A la ignorancia;
aunque reconozco que siempre seré neófita en múltiples saberes y conocimientos;
la lectura, investigación y
discernimiento serán compañeros de vida.
A la intolerancia;
reconociendo que somos parte de esta aldea global y las diferencias son la
unicidad fundamental que nos
caracteriza.
A
la mediocridad; buscando la utopía y los sueños que se
esconden tras el horizonte.
A
la envidia y maldad; hurgando en los más profundo de mis ser, para
rescatar los atributos de la bondad y nobleza de sentimientos.
Al
silencio; a quedarme callada ante los atropellos, injusticias, violencia
y malos tratos que sufre la
población más vulnerable.
A
la pereza intelectual y física, que estanca en el
conformismo.
A
la pobreza espiritual; vacío
que sólo la fe puede llenar.
A
lo superfluo; el no sumergirme
en el núcleo de las personas y cosas, y quedarme sedienta y hambrienta de la esencia primordial que emana de cada
una de ellas.
A
la irresponsabilidad de no cuidar mi planeta; de dañar con mis
acciones el único hogar que poseemos.
Al
desamor, al desánimo, a la desventura; comprometiéndome a llenar
mis instantes de amor y de ternura.
A
la ociosidad; a malgastar el tiempo y la energía; y el no
disfrutar cada instante de vida.
A
descuidar mi salud, cuidar
mi cuerpo y pensamientos es fundamental
para irradiar energía.
A callar, el no expresar mis
emociones y sentimientos no me hace más débil, sino más vulnerable.
A
no abrazar y no decirle a las personas que las quiero.
A
la codicia, disfrutando y compartiendo mis pertenencias, sabiendo que nada de lo material podré
llevármelo al entregar cuentas al creador.
A
vivir apresurada, es necesario
aprender a danzar lentamente.
Al
ruido y bullicio constante, es preciso saborear momentos de soledad y
meditación para reencontrarme a mí misma.
A
cargar problemas ajenos; cada
quien es arquitecto de su propio destino.
A
la indiferencia, ante el dolor ajeno.
Al
estrés, tensiones e incertidumbres; debo
aprender a relajarme para tomar decisiones más acertadas.
A
querer tener siempre la razón; ya que la percepción es
relativa al punto de vista y experiencia personal
A
querer controlar todo lo que gira a mí alrededor;
aceptando lo que puedo cambiar y tener
la capacidad de reconocer la diferencia.
Al
odio, la ira y la venganza, que ensombrecen el color de la vida y
llenan el alma de resentimiento.
A
los pensamientos negativos; buscando el arcoíris en medio de la
lluvia.
Al
apego emocional de los bienes materiales y aprender a soltar y
dejar ir a las personas que amamos.
A
la procrastinación, recordando que no se debe dejar para mañana
lo que podamos hacer hoy.
A
los prejuicios, darme la oportunidad de conocer a las
personas antes de emitir juicios.
A buscar culpables, para
tratar de justificarme.
Como seres perfectibles siempre
podremos estar en constante renovación de nuestro ser y actuar. Y tú, ¿a qué
renuncias?
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